Buscan estándares para la votación electrónica en EEUU
Procuran que se definan estándares para la votación electrónica Autoridades electorales, fabricantes de máquinas de votación electrónica, profesionales de la seguridad informática y grupos de activistas dedicados a este tema se reúnen para analizar maneras de fortalecer la confianza del electorado en los sistemas de votación electrónica.
El National Institute of Standards and Technology (NIST, Instituto Nacional de Estándares y Tecnología), guardián del reloj atómico y árbitro oficial de la hora en Estados Unidos, intentará restaurar la confianza y la fe en los sistemas de votación. Ese fue al anuncio que formuló el instituto la semana pasada cuando convocó un encuentro que se desarrolla en Gaithersburg, Maryland, con el fin de que autoridades electorales, secretarios de estado, fabricantes de máquinas de votación, profesionales de la seguridad informática y grupos de activismo electoral aporten sugerencias respecto de cómo fortalecer la desvaída confianza de los votantes en los sistemas de votación, en particular, en los sistemas de votación electrónica.
El debate enfrentó a los críticos de los sistemas de e-voting que quieren que las máquinas ofrezcan un registro en papel que pueda ser auditado con quienes sostienen que esa postura es alarmista e incluso perjudicial para el proceso democrático.
Las máquinas de votación con pantalla sensible al tacto han sido objeto de escrutinio en los últimos meses, después de que dos informes encontraron que la tecnología que emplean presentaba un elevado riesgo de comprometer los resultados. Además, la firma se vio envuelta en un juicio después de enviar más de una decena de cartas de intimación a activistas que publicaron emails internos intercambiados entre los empleados de esa firma en Internet. La empresa finalmente retiró sus amenazas legales.
En coincidencia con el encuentro convocado por el NIST, tuvo lugar la muy esperada confirmación de los dos integrantes de la Comisión de Asistencia Electoral (EAC por sus iniciales en inglés) por parte del Senado. Esta comisión de cuatro miembros supervisa la implementación de la ley Help America Vote Act (HAVA, Ley Ayudemos a Estados Unidos a Votar). En el marco de la mencionada norma, los estados deben actualizar sus sistemas de votación obsoletos con la ayuda de 3.800 millones de dólares provenientes de las arcas federales.
La demora provocó frustración entre las autoridades electorales de los estados que se han visto urgidas a adquirir nuevos sistemas para cumplir con los estrictos plazos fijados al tiempo que debían hacer frente a las denuncias de que las máquinas en cuestión eran inseguras. La EAC supervisará el desarrollo de estándares para los sistemas de votación; el NIST proveerá asistencia, bajo el auspicio del Departamento de Comercio.
Los estándares fijarán una serie de requisitos y características que deberán satisfacer los sistemas de votación, como por ejemplo la emisión de comprobantes en papel que puedan ser verificados por el votante. Sin embargo, la adopción de los estándares será voluntaria; los fabricantes de máquinas de votación no estarán obligados a cumplirlos.
Rebecca Mercuri, especialista en máquinas de votación electrónica e investigadora de la Kennedy School of Government (Escuela de Gobierno Kennedy) de Harvard, advirtió que si bien los estándares pueden utilizarse para mejorar las tecnologías de votación, también pueden favorecer los productos de algunos fabricantes en detrimento de otros, sin que esa sea la intención. Agregó que ese hecho podría tener un efecto negativo en la seguridad y la innovación de los sistemas de votación, si es que sólo se alientan las soluciones propuestas por algunos proveedores. Mercuri formó parte del grupo de especialistas en ciencias de la computación que expusieron sus preocupaciones acerca de los actuales sistemas de votación electrónica en el encuentro.
Varios especialistas en ciencias de la computación y seguridad manifestaron sus temores de que las máquinas de votación que no emiten un registro en papel impidan realizar un escrutinio independiente. Además indicaron que las protecciones con que cuenta el software de votación por considerárselo secreto industrial no permiten que terceras partes examinen el código.
Los críticos de los actuales sistemas también presentaron objeciones contra el vacío legal en el proceso de certificación de las máquinas que permite que los fabricantes utilicen software preexistente sin necesidad de certificarlo. En el marco de los lineamientos establecidos por la Comisión Federal Electoral, si una empresa utiliza software preexistente en su sistema de votación, el código fuente de ese software no debe ser sometido a un proceso de revisión independiente siempre que el fabricante declare que no ha introducido modificaciones.
David Dill, un profesor de ciencias de la computación de Stanford, manifestó que el peso de la prueba de que los sistemas son inseguros no debería recaer sobre quienes los critican sino que deberían ser los fabricantes de las máquinas de votación y las autoridades electorales quienes demuestren que efectivamente son seguros. Agregó que había muy pocos datos que indicaran que las máquinas que no emiten comprobantes en papel sean seguras, contra muchísimas pruebas que demuestran que no lo son.
Dill, que adhiere a la postura de que las máquinas deben emitir un registro en papel, señaló que los resultados de las elecciones deben ser objeto de escrutinio. Indicó que las autoridades electorales deben contar con la posibilidad de reconstruir en forma independiente los resultados de los comicios a partir de registros originales verificados por el votante y no a partir de registros electrónicos que no cuentan con respaldo en papel. Dill asimiló el proceso de votar en una máquina que no produce un comprobante que pueda escrutarse con dictarle el voto a una persona que se encuentra oculta tras una cortina y toma nota del voto. El votante no tiene manera de saber si el escriba registró su voto correctamente. Y una vez que el votante abandona el cuarto oscuro, no hay forma de determinar si su voto fue alterado.
Aunque los especialistas en ciencias de la computación siguen ejerciendo presión para que se dispongan requisitos de seguridad más estrictos, no hay indicación alguna respecto de la fecha en que la NIST podría llegar a tener listos sus lineamientos para los sistemas de votación electrónicos.
Fuente: Revista Wired
www.wired.com
El National Institute of Standards and Technology (NIST, Instituto Nacional de Estándares y Tecnología), guardián del reloj atómico y árbitro oficial de la hora en Estados Unidos, intentará restaurar la confianza y la fe en los sistemas de votación. Ese fue al anuncio que formuló el instituto la semana pasada cuando convocó un encuentro que se desarrolla en Gaithersburg, Maryland, con el fin de que autoridades electorales, secretarios de estado, fabricantes de máquinas de votación, profesionales de la seguridad informática y grupos de activismo electoral aporten sugerencias respecto de cómo fortalecer la desvaída confianza de los votantes en los sistemas de votación, en particular, en los sistemas de votación electrónica.
El debate enfrentó a los críticos de los sistemas de e-voting que quieren que las máquinas ofrezcan un registro en papel que pueda ser auditado con quienes sostienen que esa postura es alarmista e incluso perjudicial para el proceso democrático.
Las máquinas de votación con pantalla sensible al tacto han sido objeto de escrutinio en los últimos meses, después de que dos informes encontraron que la tecnología que emplean presentaba un elevado riesgo de comprometer los resultados. Además, la firma se vio envuelta en un juicio después de enviar más de una decena de cartas de intimación a activistas que publicaron emails internos intercambiados entre los empleados de esa firma en Internet. La empresa finalmente retiró sus amenazas legales.
En coincidencia con el encuentro convocado por el NIST, tuvo lugar la muy esperada confirmación de los dos integrantes de la Comisión de Asistencia Electoral (EAC por sus iniciales en inglés) por parte del Senado. Esta comisión de cuatro miembros supervisa la implementación de la ley Help America Vote Act (HAVA, Ley Ayudemos a Estados Unidos a Votar). En el marco de la mencionada norma, los estados deben actualizar sus sistemas de votación obsoletos con la ayuda de 3.800 millones de dólares provenientes de las arcas federales.
La demora provocó frustración entre las autoridades electorales de los estados que se han visto urgidas a adquirir nuevos sistemas para cumplir con los estrictos plazos fijados al tiempo que debían hacer frente a las denuncias de que las máquinas en cuestión eran inseguras. La EAC supervisará el desarrollo de estándares para los sistemas de votación; el NIST proveerá asistencia, bajo el auspicio del Departamento de Comercio.
Los estándares fijarán una serie de requisitos y características que deberán satisfacer los sistemas de votación, como por ejemplo la emisión de comprobantes en papel que puedan ser verificados por el votante. Sin embargo, la adopción de los estándares será voluntaria; los fabricantes de máquinas de votación no estarán obligados a cumplirlos.
Rebecca Mercuri, especialista en máquinas de votación electrónica e investigadora de la Kennedy School of Government (Escuela de Gobierno Kennedy) de Harvard, advirtió que si bien los estándares pueden utilizarse para mejorar las tecnologías de votación, también pueden favorecer los productos de algunos fabricantes en detrimento de otros, sin que esa sea la intención. Agregó que ese hecho podría tener un efecto negativo en la seguridad y la innovación de los sistemas de votación, si es que sólo se alientan las soluciones propuestas por algunos proveedores. Mercuri formó parte del grupo de especialistas en ciencias de la computación que expusieron sus preocupaciones acerca de los actuales sistemas de votación electrónica en el encuentro.
Varios especialistas en ciencias de la computación y seguridad manifestaron sus temores de que las máquinas de votación que no emiten un registro en papel impidan realizar un escrutinio independiente. Además indicaron que las protecciones con que cuenta el software de votación por considerárselo secreto industrial no permiten que terceras partes examinen el código.
Los críticos de los actuales sistemas también presentaron objeciones contra el vacío legal en el proceso de certificación de las máquinas que permite que los fabricantes utilicen software preexistente sin necesidad de certificarlo. En el marco de los lineamientos establecidos por la Comisión Federal Electoral, si una empresa utiliza software preexistente en su sistema de votación, el código fuente de ese software no debe ser sometido a un proceso de revisión independiente siempre que el fabricante declare que no ha introducido modificaciones.
David Dill, un profesor de ciencias de la computación de Stanford, manifestó que el peso de la prueba de que los sistemas son inseguros no debería recaer sobre quienes los critican sino que deberían ser los fabricantes de las máquinas de votación y las autoridades electorales quienes demuestren que efectivamente son seguros. Agregó que había muy pocos datos que indicaran que las máquinas que no emiten comprobantes en papel sean seguras, contra muchísimas pruebas que demuestran que no lo son.
Dill, que adhiere a la postura de que las máquinas deben emitir un registro en papel, señaló que los resultados de las elecciones deben ser objeto de escrutinio. Indicó que las autoridades electorales deben contar con la posibilidad de reconstruir en forma independiente los resultados de los comicios a partir de registros originales verificados por el votante y no a partir de registros electrónicos que no cuentan con respaldo en papel. Dill asimiló el proceso de votar en una máquina que no produce un comprobante que pueda escrutarse con dictarle el voto a una persona que se encuentra oculta tras una cortina y toma nota del voto. El votante no tiene manera de saber si el escriba registró su voto correctamente. Y una vez que el votante abandona el cuarto oscuro, no hay forma de determinar si su voto fue alterado.
Aunque los especialistas en ciencias de la computación siguen ejerciendo presión para que se dispongan requisitos de seguridad más estrictos, no hay indicación alguna respecto de la fecha en que la NIST podría llegar a tener listos sus lineamientos para los sistemas de votación electrónicos.
Fuente: Revista Wired
www.wired.com
2 comentarios
ever -
Anónimo -